domingo, 3 de diciembre de 2017

TENGO ALGO QUE CONTARTE (22)

Correspondencia entre dos mujeres.



Salt, Domingo 3 de diciembre de 2017



UN HURACÁN SIN LLUVIA


Mi querida amiga, qué inmensa pena siento al leerla. No es justo que se les someta (y además, tan a menudo) a estas pruebas de destrucción y supervivencia. ¡Qué indecente resulta la naturaleza a veces!. Ésta debería fijarse más en quiénes anda castigando sin ton ni son y pensar en cambiar el rumbo y el tono de sus desaires.

Hoy siento un paralelismo extraño entre nosotras y nuestros entornos. Consulto el diccionario y entre las definiciones de huracán, leo: suceso o acontecimiento que causa destrucciones o grandes males. Quiero salvar ante todo las distancias de significado y desgracia (el Irma dejó muertes y  los muertos no son comparables con nada) pero le digo que en Cataluña, una vez más,  también estamos sufriendo los efectos de un huracán. Sin viento, sin lluvia, sin gigantescas olas, pero que está causando destrucción y grandes males.





Ya le conté alguna vez que esta tierra es peculiar. Desde mi pésima faceta de historiadora le daré algún apunte que nos sitúe. Hablamos de una tierra que ya en el siglo XIV, y aún con el régimen oligárquico de la época,  tuvo  Cortes y diputados con atribuciones fiscales y responsabilidades políticas. Después, en el curso del tiempo se irían sucediendo gobiernos y sistemas diversos, casi siempre determinados por las alianzas de poder del momento. Una tierra que en los años 30 del siglo pasado tuvo proclamada la república catalana y que sólo el golpe militar de Franco desbarató, aunque resistieron tres años como tal hasta que la  violencia de la guerra se impuso. Aún así, desde el exilio, los republicanos catalanes seguirían trabajando en el intento. 

Son gentes que han tenido siempre otra lengua, otras costumbres, otra manera de repartir las tierras y organizar las familias, de determinar sus leyes, de pensar y orientar sus escuelas,… No le voy a decir que mejor ni peor que otros modelos, pero en todo caso, distintos de sus vecinos del estado español. Y sobretodo, les son propios, transmitidos por generaciones y que impregnan en sus gentes el sentimiento de pertenencia a esta patria. Sentimiento que a lo largo de los tiempos ha ido empapando a muchas de las personas que fueron llegando de otros lugares del estado español o del mundo, también de las américas, instalando aquí sus trabajos y sus vidas.

Tras la muerte de Franco, España debía enterrar con él 40 años de dictadura y  reorganizar muchas cosas, entre ellas las territoriales. Se acordó un sistema llamado de comunidades autónomas, que equilibrase económicamente el país y diese cabida a las diferencias entre algunos territorios con lenguas propias, y en el caso de Cataluña, con una historia de soberanía y de gobiernos propios.  Se establecen las autonomías, en las que cada territorio se organiza a su manera, en la medida que se lo permite el estado, a través de una Constitución redactada por los vencedores de la guerra civil y aceptada como mal menor ante la presión de los poderes fácticos, y escoge a sus gobernantes, excepto el monarca que viene en el lote -el combo creo que dicen ustedes- constitucional, participando y rindiendo cuentas al gobierno central.





Así fue funcionando durante estos años, pero con un eterno cúmulo de barreras y desconsideraciones. Las últimas y más evidentes, provenientes del actual más que conservador gobierno,  cuestionaban el modelo escolar y lingüístico o las políticas económicas y sociales, por poner algunos ejemplos,… Ésto hizo crecer el descontento en buena parte de la población, más aún cuando la alternativa propuesta (e impuesta), era un giro en la lectura de la historia y una homogeneidad nacional española obligatoria que una buena parte de la población catalana nunca había sentido como suya. Las masivas manifestaciones de los últimos años con motivo de la Fiesta nacional catalana del 11 de septiembre, ejemplares en Europa, son una buena prueba de ello. 

En este punto, surgió el gobierno de Catalunya, con una mayoría de escaños de partidos independentistas como resultado de las últimas elecciones de septiembre de 2015, recogiendo el sentir de una buena parte de las organizaciones culturales y plataformas cívicas, así como de mucha gente ya harta de que ningunearan su pasado y su sentir como pueblo. Todos ellos promulgaban el derecho de la nación catalana a decidir su futuro como la mejor salida a este malestar. Así pues, este gobierno decidió preguntar a la población en un referéndum qué querían hacer; si les parecía bien o no volver a tener una república propia y poder empezar de nuevo a organizarse como país, sin injerencias de quienes no entienden que las diferencias no dividen, sino que enriquecen.

Pero al gobierno central no le pareció bien la consulta, que implícitamente suponía reconocer la soberanía catalana, y lejos de buscar propuestas o analizar las causas del descontento, sólo centró su política en una única dirección: prohibirlo. La única frase repetida como un mantra era: no habrá referéndum porque es ilegal. Se aferró como náufrago en el mar de la intolerancia al salvavidas de la ley constitucional. Una constitución del 1978 encorsetada y sin cabida para futuras reformas adaptadas al pensar y obrar de sus ciudadanos. Requisaron urnas ya compradas y  papeletas ya impresas; pusieron vigilancia policial para evitar repetirlas, y también en las sedes electorales. Imagínese, toda una exhibición de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado  para evitar que un pueblo vote sobre su futuro. Fíjese que enviaron 10.000 efectivos policiales armados que tuvieron acuartelados en barcos en los puertos de Barcelona y Tarragona. Por cierto, uno de estos barcos  era un gigantesco Piolín con su lindo gatito, pero relleno de policías. Fue motivo de infinidad de chistes por lo inaudito de la combinación, y a pesar de convivir más de un mes, no supieron intercambiar papeles: ni a Piolín le salió bigote ni a los guardias civiles les inundó la ternura.





Pero amiga mía, los deseos de libertad y  la  dignidad de las personas no se les pueden abolir tan fácilmente, y ante el atropello de la cerrazón ideológica del gobierno central, aquí se abrió un campo abonado a la solidaridad, a la resistencia y a la esperanza.  Y el referéndum prohibido que no había de ser, fue. Se desplegó una estrategia clandestina popular en la que todos cumplieron brillantemente su papel asignado. Créame que la CIA y la KGB juntas son unos aficionados al lado de estas gentes que, sin recursos, pero con una inteligencia, creatividad, convencimiento y compromiso infinitos, lograron el domingo 1 de octubre hacer aparecer como por ensalmo las 6.200 urnas, con sus correspondientes 6.200 mesas, sus censos y sus 20.000 personas voluntarias para gestionarlas. Usted también se emocionaría al ver la cantidad de gente que pasó la noche previa dentro de las sedes electorales para que nadie pudiese evitar abrir por la mañana; cómo desde las 5 de la madrugada miles y miles de personas más se agrupaban ante los colegios electorales para proteger esa votación. Resultado: en el referéndum prohibido y duramente reprimido votaron más de 2’2 millones de electores, más de un 43% del censo electoral, respondiendo Sí a la República catalana un 90’18%, osea más de 2 millones. 

No obstante, esa demostración de entereza no sirvió para la reflexión gubernamental española. Ocurrió todo lo contrario y los policías que habían venido de refuerzo se ensañaron en una violencia indiscriminada y fuera de medida. Repartieron hostias como panes, cargaron con porras y balas de goma (por cierto, de uso prohibido en Cataluña) contra quienes estaban con firmeza, pero en actitud absolutamente pacífica, custodiando el bien más preciado de los demócratas, los votos. Los jóvenes intentaban proteger a los abuelos, los padres a los hijos, los bomberos a todos los que podían,....porque allá estaban todas las edades y condiciones en la misma piña. Mientras la gente no daba crédito a la barbaridad que estaban viendo: niños preguntaban porqué a su abuela se la llevaron al hospital a coserle la cabeza o porqué su madre volvió con moratones y magulladuras o porqué su padre perdió un ojo por una bala de goma. Difícil contestarles sin que la rabia enturbie ni la razón claudique. ¡Cómo explicarles que sólo estaban protegiendo una urna!. Mientras, los más ancianos lloraban plantando cara a los fusiles diciendo que había costado mucho tiempo, esfuerzo y dolor conseguir este derecho y no estaban dispuestos a que nos lo arrebatasen. Después de ese día, como usted puede suponer mi buena amiga, ya nada es igual. Ya nada será igual.





Y para redondear la faena llegaron las prisiones. Ahora tenemos a los líderes de los movimientos cívicos y a medio gobierno en la cárcel y el otro medio exiliado en Bélgica, todos ellos elegidos por el pueblo. Su delito: haber cumplido a rajatabla su programa electoral. Y una combinación de medidas de intervención económica, jurídica, comunicacional y represiva en sentido amplio están reduciendo los derechos cívicos y las libertades individuales a pura ficción. Como ve, la represión es la única arma con la que quieren combatir las ideas, y eso a la larga nunca funciona. La gente se afianza cada vez más en su lucha pacífica en la misma medida que el gobierno judicializa lo que no es capaz de gestionar políticamente. Finalmente el totalitarismo de los gobernantes españoles dio la cara tras muchos años de disfraz demócrata. Ahora ya no sirve esconderse tras la cortina de la transición modélica. Mire un detalle: en la mayoría de países europeos, dentro del elenco de partidos políticos siempre hay uno fascistoide o de extrema derecha, que bajo sus propias siglas compite con los demás entre el electorado. En España no. Aquí toda esta franja política está incluida en el partido que gobierna; a su derecha no hay nadie más. 

Son los mismos que aún ensalzan y recuerdan al dictador Franco, que protegen a los violentos intolerantes, que transforman su incapacidad de escuchar y entender en odio contra el diferente. Y aquí estamos, recibiendo y porqué no decirlo, intercambiando ese odio absurdo contra quienes han sido y deberían seguir siendo nuestros compañeros de viaje. Se están lanzando demasiados dardos envenenados desde la demagogia, untados de rencor y desprecio por el otro, y  muchas veces encuentran blanco fácil. Éso me duele en el alma. Pero también sabemos que ese veneno es caduco y antes o después dejará de surtir efecto. En este país hemos aprendido de mucha gente firmeza, inclusión y respeto; y esos valores créame que no son efímeros ni se liquidan así por las buenas.

Todos quienes compartimos tierra, trabajo, ilusiones, desgracias y esperanzas tenemos derecho a iniciar juntos y en libertad un nuevo trazado. Un país con una mirada más justa y más diversa, capaz de relegar la explotación, que no dé cabida a la corrupción, y las personas puedan crecer entre iguales. No sé si suena a utopía, pero visto el paño que gasta el gobierno español seguro que no nos hace un abrigo a medida ni confortable. Sólo añadir que mientras aquí se vulneraban unos cuantos derechos humanos, Europa se hacía la longuis, callaba o lo reforzaba directamente. Y es que en esta Europa hay tantos intereses (económicos, por supuesto) por defender amiga mía  que no se permiten hacer concesiones humanistas. Dicen que cuando los de abajo se mueven, los de arriba se caen, y claro, nos dio por movernos a un son diferente de los que rigen ahí arriba y no pueden permitir ni la más pequeña merma de su poder, del capital que defienden con uñas y dientes.





Alguna vez le hablé de las diferencias que sentí entre la tierra donde vivo y en la que nací. Provengo de Castilla y vivo en Cataluña. Durante mucho tiempo, la vida aquí me fue transcurriendo, y yo con ella;  intentando construirla de la manera más sencilla, plena y acorde con mis ideas. Pero sin comparativas entre origen y destino, porque nunca me planteé cotejar historias ni medir estimas. Saber quién eres y adónde perteneces es algo que no se responde desde  la razón. Entra en ese apartado tan íntimo que conecta tu cordón umbilical con tu masa cerebral que piensa y con tu planta de los pies que afirma, sin saber por dónde demonios te pasa el hilo conductor. 

Cuando llegué hace 38 años, me llamó la atención lo diferente que era la mirada histórica de las gentes de aquí respecto a las que yo dejaba. He pensado muchas veces en este tema, y saqué alguna conclusión muy personal.  Está claro que la historia discurre de forma diferente entre los dos territorios, que los regímenes, gobiernos y leyes se resuelven de forma distinta a lo largo del tiempo. Pero quizás hay que recordar que la historia la determina el pueblo (otra cosa es quién la escribe). Yo venía de una tierra donde la guerra “se había ganado”.  Donde se pensaba que la situación que se vivía era la mejor posible, donde no se hablaba de exilios ni memoria histórica, donde el franquismo tenía ubicado su feudo, porque en realidad seguía instalada una mentalidad feudal. Los grandes latifundios propiedad de los ricos permitían malvivir a sus súbditos pobres. Éstos les perpetuarían sus ganancias y a su vez estarían agradecidos de poder subsistir gracias a la bondad de los señoritos. 





Hay una película de los años 80 llamada Los santos inocentes, para mí una obra maestra del realismo de la época (podría ser tranquilamente un documental), en la que se retrata la dura vida de la postguerra, pero sobretodo, el pensar y el sentir de mucha gente de la España rural en esa época. Esas gentes infinitamente trabajadoras, resignadas, analfabetas, sencillas y generosas. La cultura del silencio que dice el educador brasileño Paulo Freire. La dependencia de sus vidas de los terratenientes, de los poderosos. La dignidad inconmensurable de los pobres que tratan de aplastar los ricos sin conseguirlo. Yo vengo de ese escenario, me he criado con esas buenas gentes, he conocido a esos “señoritos”, (ese tratamiento siempre precedía a su nombre de pila). Cuando miro atrás veo con tristeza cómo la tremenda honradez de ese pueblo no pudo con el egoísmo explotador de los señores. Me duele ver el pensamiento feudal aún instalado entre buena parte de esas gentes. Porque los señoritos han cambiado de traje, de métodos, de estrategias. Todo se ha modernizado, se cambió el campo por los ordenadores, los rebaños por buenos coches, el calor de la lumbre y la luz de carburo por pantallas de plasma. Sí Habanera, ahora todo es moderno en muchas vidas en las que aún se tolera (o lo que es peor, se ve normal) la explotación laboral, las diferencias de clase, el abuso del poder o la corrupción.

Le decía que me chocó la diferente mirada histórica que encontré al llegar. Aquí mucha gente  hablaba de la guerra desde otra óptica, no valoraba la situación como buena, añoraban piezas elementales e íntimas de su cultura (por ejemplo, su idioma) que les habían ido quitando por el camino franquista. Y esas piezas eran parte de ellos, de sus antepasados, de su historia y de su vida. No se resignaban en absoluto a darlas por perdidas, luchaban calladamente por recuperarlas, por mantenerlas vivas o por aumentarlas. Para mí era extraño que con las personas que me relacionaba, casi en cada casa había algún familiar mayor que hablaba de la república, de cómo se perdió, de sus muertos no recuperados, de sus parientes en el exilio. Yo no estaba acostumbrada a mirar la historia desde el otro lado. ¿Y sabe qué creo? Que este traslado fue un regalo de la vida. He tenido la oportunidad de conocer a fondo esta tierra, de comprenderla y de aprender a quererla, de, sin renunciar a nada, apropiármela ya para siempre. De ampliar mi mirada, de decir te amo en otra lengua, de sentir las injusticias y encontrar gentes dispuestas a luchar por ellas, de entender el orgullo de pertenencia a una historia pero con planes de construir un futuro distinto.





Pienso que cuando en una movilización ciudadana ves a miles y miles de nietos, padres y abuelos de la mano, cantando las mismas proclamas y reivindicando los mismos fines, quizás hay que leer atentamente la escena: entender bien que esos anhelos ya vienen de lejos, que se han transmitido pacientemente, con un gran convencimiento en el progreso de la historia y que el afán para conseguirlos sigue vivo y seguirá en el futuro. Y me temo que desde el estado español están haciendo una lectura simplista y sesgada. Los barrotes de las cárceles no pueden retener las ideas.

Quiero contarle también que ante esta praxis fascista con que nos obsequia el gobierno español, han surgido algunas respuestas ciudadanas en todos los pueblos del estado que la repudian. Mediáticamente ocultadas, para vergüenza de un estado europeo de un siglo XXI que parece que no quiere hacer camino al andar, pero ahí están. Tal vez tampoco se está dando su justa lectura, porque todas estas personas también proclaman un futuro que no interesa al poder. Se han despertado conciencias socialmente dormidas, y eso tiene una fuerza increíble. Ya ve, Habanera cómo a pesar de los disparates que andamos viviendo la historia no se detiene, por más que algunos lo intenten, y esos “futuros” de que le hablo avanzarán, probablemente lentos, pero inexorables.

Como usted bien decía, a  veces los huracanes  también dejan esperanzas.

Ahí le mando un ciclón de abrazos, para que temblemos un poquito, pero de emociones.

Vicentita



(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.

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Prólogo: Prólogo


Carta 1ª: Carta nº 1


jueves, 16 de noviembre de 2017

TENGO ALGO QUE CONTARTE (21)

Correspondencia entre dos mujeres.



La Habana, jueves 16 de noviembre de 2017



DOLOR Y ESPERANZA CON NOMBRE DE MUJER, HURACÁN IRMA


Amiga mía, 

Largo tiempo sin conversar contigo, deseos no me han faltado, ni tampoco excusas, porque ciertamente han sido meses de intensa actividad y de acontecimientos importantes para mi país. No obstante, amiga mía, nada de ello me ocupan en estas líneas.

Por estos días se cumplen dos meses  del paso del huracán Irma por la costa norte de Cuba. Previo, durante y después, los rostros de la gente, otrora alegre y con brillo en los ojos, se fueron tornando tristes y con obvias señales de cansancio y de honda preocupación. Irma puso a la población, a las fuerzas del orden y de la defensa civil en vilo desde que nació en lejanas aguas de los pequeñas islas que conforman el Caribe insular. La preocupación y las medidas de aseguramiento de las vidas y de los bienes materiales fueron acelerándose desde una semana antes cuando la tormenta inicial alcanzó la peligrosa categoría cinco en la escala Simpson. Para ese entonces los vientos alcanzaban la amenazante velocidad de cerca de 300 km/hora. Era un monstruo lo que se venía encima del archipiélago cubano. 

A su paso, Irma ya había arrasado con la isla de Antigua y a sus habitantes el gobierno de la otrora Antigua y Barbudas, tuvo que trasladarlos a Barbudas. Más tarde, igual suerte, corrió Dominica y otras pequeñas islas del Caribe oriental. Así fue dejando un rastro de dolor y pena, mientras se acortaban las distancias en dirección a Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba.


El inicio del curso escolar en Cuba fue el lunes 4 de Septiembre y como todos los años tuvo lugar la apertura con un número importante de escuelas y universidades restauradas y con una base de estudio renovada. Sin embargo para el viernes 8 se cancelaban las clases y los estudiantes de la enseñanza pre universitaria y universitaria se unían a los profesores para tomar las medidas de resguardo y protección de los inmuebles y a los becados se les daba salida para sus hogares. En general, a lo largo y ancho del país se emprendieron importantes acciones para preservar lo más importante: las vidas humanas. Muchas de las escuelas y albergues estudiantiles que contaban con condiciones constructivas imbatibles fueron refugio para los habitantes costeros o para aquellos que residían en zonas de alto riesgos. 

Los partes meteorológicos coincidían en apuntar que el ojo del huracán Irma no entraría a Cuba sino que la bordearía por la costa norte hasta que girara al noroeste. Pero, aun así, los vientos de la periferia tocaron suelo cubano y el mar penetró con olas de hasta 10 metros. Fueron días muy tensos. La población vivió paso a paso la trayectoria de un episodio más de la naturaleza irreverente.


Sentada hoy en mi pequeña terraza contemplaba mis framboyanes*(1) ennegrecidos, con más de la mitad de sus vigorosas ramas en el piso, sin flores y sin pájaros que canten. Por el frente de la casa los árboles también descansaban en el suelo y la hierba de los suelos cambió del color verde intenso a un negro cenizo, tal y como si hubieran sido víctimas de un implacable fuego. 

Paseándome por esos egoístas pensamientos me di cuenta que era privilegiada. Las paredes de mi casa y las del entorno estaban intactas. Estaba en mi hogar, en mi reparto, con familia y vecinos sufriendo el apagón generalizado en el país, pero finalmente en nuestras casas, seguros y tranquilos. Y fue entonces cuando más dolor y solidaridad sentí por los miles de desplazados de sus viviendas, por aquellas familias que cuando regresaron a sus hogares, los vientos y las fuerzas del agua implacables les había llevado el techo o las paredes , o las paredes y techos, y los efectos electrodomésticos y los modestos muebles que habían logrado recuperar del paso del  anterior ciclón.

Irma estuvo batiendo sobre Cuba durante 72 largas horas hasta que giró en dirección a la Florida. Afectó a 12 provincias, cambió en esas horas la escenografía geográfica. Se paseó por los cayos paradisíacos del norte de Camagüey, Santa Clara y Caibarién, después de golpear a las costas de la majestuosa ciudad de los parques, Holguín, y su playa de arenas blancas, Guardalavaca, y a la ciudad blanca de Gíbara. Dañó a las instalaciones turísticas enclavadas al norte y al deslumbrante cayerío de esas provincias, fuente de ingresos importantes para el sostenimiento de una economía en recuperación.


En la bella capital habanera el mar entró con fuerza y avanzó en tierra a lugares que nunca había llegado. A su paso afectó miles de viviendas, monumentos nacionales, centros de trabajo, negocios particulares. Levantó calles, dañó zonas del sofá más largo del mundo, el muro del Malecón habanero, y socavó sus cimientos haciéndole intransitable para autos y peatones. Las olas sobrepasaron con creces la altura de la Farola del Morro y una imagen televisiva dio cuenta que la ilustre Giraldilla, esa dama bella, señorial, esculpida con ojos enamorados que nos enamora a todos en nuestro andar, colocada en la cúpula del Castillo de la Real Fuerza y que gira al compás de los vientos había inclinado su torso. Su mensaje simbólico nos acrecentó la pesadumbre y a la vez movilizó la conciencia colectiva.

El emblemático pueblecito de Cojímar, donde el afamado autor norteamericano Hemingway se inspiró para escribir El Hombre y el Mar, perdió su fisonomía al desplomarse el muro de su maleconcito y la Calle Real por la fuerza de las olas, junto al derribo de viviendas y los pegueños negocios de gastronomía que ambientaba ese pictórico lugar.

Irma dañó severamente varias centrales de generación eléctrica y las interconexiones entre estas y las plantas eléctricas haciendo inhabilitar el sistema eléctrico nacional. El colapso del sistema eléctrico afectó severamente la distribución de agua potable por lo que se sufrió en diferentes medidas la falta de esos dos importantes recursos para la vida normal.


Las medidas asumidas por la defensa civil con la colaboración de la población, de los organismos de la administración del estado y las organizaciones de trabajadores, campesinos y estudiantes pudieron aminorar en algo los efectos del brutal impacto de la fuerza destructiva de Irma, pero los daños dejados son inmensos y por vez primera en muchas décadas se reportó la pérdida de 10 vidas humanas, algunas de ellas por incumplir las medidas preventivas, pero pérdidas dolorosas al fin.

Un dato increíble es que los tres viaductos de La Habana fueron cubiertos por el mar, al punto que en el túnel de Línea, una de las más importantes arterias capitalinas, algunos jóvenes se bañaron y disfrutaron irresponsablemente de sus aguas como si fuera una piscina de goce turístico.

Se han reportado serios impactos en los sistema viales, ejemplo en tramos de la Vía Blanca que conecta Habana-Matanzas y Matanzas Varadero, así como el derribo de puentes. Otros sectores como la educación, la agricultura cañera y no cañera sufrieron pérdidas cuantiosas. También fue severamente dañada  la producción de arroz, el plátano, la avicultura y el café, por lo que se trabaja aceleradamente en la producción de cultivos de ciclos cortos para aminorar la escaseces que se  prevén. 


En medio del dolor, la tristeza, la oscuridad y la impotencia que nos producía  la fuerza devastadora de la naturaleza se fue gestando un huracán de solidaridad que pronto convirtió esos sentimientos en una fuerza generadora de soluciones. Antes, durante y después, la defensa civil trabajó muy estrechamente con el ejército y los órganos de gobierno territoriales y en la etapa recuperativa la mayor parte de los hombres y mujeres de todo el país se entrelazaron en un esfuerzo descomunal por rescatar la normalidad en los sectores más estratégicos y apoyar a la gente a recuperar lo que se pudiera recuperar y apoyar emocional y materialmente a todos los damnificados. 

Tuve el privilegio de tener  agua y luz a los tres días, y como he debido acuartelarme en mi barriada por falta de vía para llegar a La Habana, me di cuenta por las imágenes de la televisión que era evidente que nadie iba a quedar desamparado y que se estaban movilizando todos los recursos para restablecer la electricidad, los viales, las comunicaciones y sobre todo para apoyar a las familias más dañadas.


Paulatinamente retornó el brillo en las miradas antes opacas por el dolor. La esperanza se abría camino. La esperanza recuperada no era sólo una actitud emocional, sino que estaba avalada por lo que se iba resolviendo, lo que retornaba a la normalidad y por la decisiones muy certeras del gobierno de asumir con el presupuesto del estado el 50% de los gastos de los materiales de la construcción para reparar las casas de las familias afectadas, entre otras muchas acciones gubernamentales. Más tarde salió otra resolución que anunciaba que los gobiernos locales asumían la tarea de identificar a aquellas familias que no contaban con los recursos necesarios para asumir la restauración de su vivienda y para esos casos el presupuesto del estado cubriría el total de los costos.


A los 10 días de despedirse de los cubanos la feroz Irma, casi el 100% de la producción energética estuvo recuperada, las calles y avenidas limpias y los árboles destruidos recogidos. 

Hoy se continúa trabajando con vigor sobretodo para reconstruir las viviendas dañadas y derribadas por el huracán. Los estudiantes, todos, ya están en su pupitres, y se recupera la industria y la agricultura para que no se produzcan vacíos en los suministros alimenticios a la población.

Los cubanos no estuvimos solos en esa terrible contienda. Se recibió ayuda de muchos países y ánimos y fuerzas de muchos otros.

También tuvimos la inmensa alegría de apoyar con médicos y linieros*(2) eléctricos a la Puerto Rico olvidada por su gobierno norteamericano y a otros hermanos caribeños.

La esperanza se instaló con amplios y fortalecidos brazos, con la certeza que nadie quedará ni olvidado, ni desamparado.

Envuelta de esa esperanza te hago llegar un fuerte abrazo.

La Habanera.


(*)
1.- El flamboyán o framboyán (del francés flamboyant), cuyo nombre científico es Delonix regia. Esta planta muy apreciada en jardinería por su espectacular floración de color rojo intenso, ha sido difundida por jardines de los trópicos y zonas subtropicales de todo el mundo. Sus flores de color rojo intenso, colgantes sobre pedúnculo de 5 a 7 cm de longitud

2.- Linieros. Trabajadores de la compañía eléctrica cubana que se encargan de la instalación del tendido eléctrico por las calles.


(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.

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Prólogo: Prólogo

Carta 1ª: Carta nº 1




miércoles, 26 de julio de 2017

EL EJEMPLO DE UNA UTOPÍA



En 1979 Juan Manuel Sánchez Gordillo es elegido alcalde de Marinaleda. Posteriormente, en 1980, los marinaleños comenzaron una huelga de hambre de 13 días que dio la vuelta al mundo y con la que reclamaban tierras ociosas para trabajarlas. Más de 30 años después, en las tierras ocupadas, por entonces propiedad del duque del Infantado, trabaja hoy una cooperativa de vecinos que genera empleo discontinuo estable y es el principal motor económico de la localidad. La lucha, pacífica de principio a fin, acabó con la compra de las tierras a su dueño, que la Junta de Andalucía pagó a precio de mercado. Desde entonces, el aceite y las verduras que hoy recolecta la Cooperativa de El Humoso en Marinaleda son a su vez tratadas y envasadas en la misma localidad, en la fábrica de la Cooperativa Humar. Da trabajo a más de cuatrocientas personas, en su mayoría mujeres, no hay diferencias salariales y es un referente en la gestión colectiva de los medios de producción y en la generación de riqueza y empleo digno al servicio de la gente de un pueblo.

Desde hace más de tres décadas este es un ejemplo claro de cómo las cosas pueden funcionar de una forma diferente, de cómo la producción puede beneficiar a todas y no a unos pocos. Por este motivo, el ejemplo de este pueblo es silenciado por los grandes medios de comunicación, es perverso para el capitalismo y les da miedo que este precedente pueda expandirse a más localidades.

Ahora, por fin, los productos de esta cooperativa llegan a Cataluña, de la mano de una persona valiente, Marcos Caurel. Y digo valiente porque, hoy en día, tirarse a la piscina del mundo comercial para tener un trabajo digno, no deja de ser una aventura arriesgada, ya que no existe una política adecuada para facilitar el autoempleo. Marcos ha creado una pequeña empresa, bajo el nombre Terra d’Oliveres (Tierra de Olivos) donde comercializa y distribuye los productos de Marinaleda. Vende productos de calidad, ecológicos y solidarios. Vende compromiso y lucha. Vende esperanza. Vende dignidad.

Consumir dichos artículos no es solamente disfrutar de buenos productos, de alimentarse de forma saludable. No. Consumir este género es apostar por otro mundo posible, es apostar por la honorabilidad, es confirmar la solidaridad y es mantener la lucha de todo un pueblo que un día se lanzó al campo para defender su dignidad bajo el lema: “la tierra para quién la trabaja”.

Te invito a entrar en la web www.terradoliveres.com y te animo a comprar los buenos aceites y conservas de los marinaleños. Disfruta de estos buenos productos al mismo tiempo que dignificas el trabajo de todo un pueblo y reconoces la decencia de una persona que decidió traer a Cataluña el ejemplo de una utopía.


Julio Suárez
La Guerrilla Comunicacional

lunes, 17 de julio de 2017

TENGO ALGO QUE CONTARTE (20)

Correspondencia entre dos mujeres.




Salt, Lunes 17 de julio de 2017




¿DROGAS?  NO, GRACIAS


Mi queridísima Habanera,

la primera idea mientras leo su carta es: hágame un huequito en su poceta*(1), ¡por favor!

Cómo me gustaría andar por allí con usted, en remojo de ese mar tan suyo. Arreglando el mundo y parte del extranjero con nuestras historias. En ese mar tan calmo o tan bravo, tan gris o tan azul, tan chiquito o tan inmenso, dependiendo del momento y los ojos con que uno lo mira.




¿Sabe una cosa? Yo nací en el interior, tierra de secano. Vi el mar por primera vez (y como algo excepcional entre todos mis amigos) a los 5 años, porque a mi padre le tocó un pequeño premio a la lotería, y lo guardó para el gran acontecimiento: ir de vacaciones ese año, y por si fuera poco, al mar. Ahora lo valoro como un gesto hermoso, el hecho de darle valor y preferencia a vivencias nuevas y lúdicas por el mero hecho de disfrutarlas, en una familia humilde, con un padre conservador y poco dado al romanticismo y en unos momentos poco favorables.

Yo siempre me había bañado en lagunas cercanas a mi pueblo, en donde uno veía perfectamente los límites del agua, que siempre estaba quietecita, como un remanso. Recuerdo perfectamente la sensación de llegar a la orilla de la mano de mi madre, que cada vez la agarraba con más fuerza y preguntándole: ¿y toda esta agua dónde acaba? ¿Y por qué se mueve tanto, va, viene y hace espuma? ¿Vive más gente después de acabarse? Y si se mueve tanto, ¿por qué no se sale? ¿Y si se sale de golpe? Mi hermano mediano, 8 años mayor que yo, y que tampoco había visto nunca el mar, se hacía el hombre y me tomaba el pelo con sorna: “!uy, cuidado! como des un paso más te tragará el agua y te llevará hasta aquella línea de allí, del final de todo”. Esa línea era el horizonte, y la última cosa que yo podría soportar sería quedarme para siempre perdida en medio de aquella línea que dividía la nada.

Fue un vértigo de sensaciones lo que desencadenó esa primera mirada. Pasamos unos días que recuerdo fantásticos. Al lado de mi madre conseguí retozar durante horas con el agua viendo admirada a mi hermano flotar en ella al lado de mi padre. Y recuerdo que ya no me dio miedo, y que mi hermano jugó conmigo muchísimo en un escenario acuático, inédito para ambos, pero que nos llenó la vida por unos días de vistas, ruidos y emociones diferentes.

Mi hermano murió hace 2 años. Mientras compartíamos su muerte, recordábamos nuestras vidas; y también el mar. Ese elemento que descubrimos juntos y que con los años y las vivencias particulares fue configurándose de forma diferente en el ideario de cada uno. A él nunca le acabó de gustar y a mí acabó fascinándome.

Cuando él murió yo iniciaba mis vacaciones. Pasé horas y horas sentada delante del mar, mirando, escuchando, como hechizada por sus verde azules, dejándome llevar en cada vaivén de su eterno baile. Tenía un efecto calmante, era como un bálsamo para un ánimo roto.






Por eso, Habanera, me imaginé al otro lado de aquella primera línea de horizonte de mi memoria, donde más tarde pude descubrir un universo absolutamente hermoso. Me vi en su poceta, y cómo nos podríamos reír arreglando el mundo y un poquito también el alma.

En esas últimas charlas con mi hermano, un día me dijo: “Vicentita, cuando vas a morirte, pienso qué suerte tienen los que creen en Dios. Ellos al menos confían en algo más allá, en cambio a nosotros se nos acaba aquí la historia. Ya ves, un ateo diciendo que la religión puede servir para algo”

Pienso en el tema, y como atea practicante le he dado vueltas hasta marearlo, tan sólo para intentar ver otras posibilidades que se me escaparon en su momento. Pero no, no lo consigo.

Para empezar todos los profetas y grandes maestros a seguir que conozco, son hombres. Parece ser que las religiones no han encontrado féminas con tales capacidades, o bien las han pensado para ejercer eternamente de seguidoras y no de seguidas. Vaya, que lo del trato como igual entre géneros ya no entraba en sus cálculos.

No puedo creer en un dios que acoge en sus primeros bancos a empresarios que amasan sus fortunas explotando gente pobre, que malvive y malmuere en su miseria trabajando para las grandes marcas que nos venden con glamour.

No puedo creer en un dios que condena a tanta gente a huir de la guerra, de la muerte o de la hambruna, mientras mantiene entre sus fieles seguidores a quienes gobiernan este brutal desatino.

No quiero creer en un dios que permite ver morir diariamente a tantísimas personas a causa de enfermedades curables, mientras quienes tienen la solución y manejan los hilos de la industria farmacéutica son bendecidos socialmente.

No debo creer en un dios que tolera los abusos en mujeres y menores.

No me es posible creer en un dios que no interviene en el aumento imparable de trabajadores cada día con más jornada laboral pero cada día más pobres.

No me entra en la cabeza un dios indiferente ante tanto analfabetismo provocado y consentido.





Resumiendo, no puedo creer en un dios que diseña y permite tales barbaridades. Pero menos puedo entender cómo se dejan a merced del designio divino todas estas injusticias. La fe nos ha ido de perlas para teñir de blanco nuestras conciencias y traspasar la negra culpa a ese dios que decide el destino.

¿O quizás no es ese dios quien mueve la batuta de este desconcierto? ¿Y si son los humanos quienes han pervertido su divino legado? ¿No será que los personajes reales que ostentan el poder religioso se ven con la capacidad (o se les ha otorgado) de decidir el código moral de los otros, en perfecta comunión con el capital? Como ve, amiga mía, tengo algunas lagunillas en el tema religioso.

Por ejemplo, entre los católicos, que es la religión predominante aquí, los sacerdotes (célibes, que nunca podrán enamorarse, acariciar a su pareja o tener hijos) son quienes aconsejan y dictan el rumbo de la vida íntima de sus fieles y sus consecuencias. No me negará que como asesores sexuales son la mejor elección.

Aquí, a pesar de ser un país oficialmente laico, la iglesia (prefiero distinguirla de la religión) impregna sutilmente nuestras normas. La mayoría de fiestas laborales dependen de algún santo, virgen o proceso entre ellos, pero como significan asueto, pues bienvenidos y benditos sean.

Somos un país donde aún tiene una gran presencia la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones). Son esos sacramentos en los que el paripé social eclipsa casi por completo el motivo religioso. Las bodas se han convertido en un despropósito de consumo tal, que asistir supone un presupuesto desmesurado. Hay un mercado paralelo de restaurantes, modistas, regalos, flores, vídeos, viajes y limusinas que convierten la fiesta en una inversión desorbitada y absurda.






La iglesia se llena de corbatas, vestidos largos y altos tacones, y eso que quién nunca los llevó corre un altísimo riesgo de caerse desde semejante altura. Se bebe una copa demás y acabará bailando desde el bolero al reguetón; o de sucumbir a la asfixia por las fajas y ceñiduras que intentan contener las lorzas y chichas varias ante unos ágapes maratonianos que desafían las cremalleras más férreas. Es una pena, pero casi reza uno para que no le inviten para no destrozar el sueldo del mes.

Un cuadro similar pero en miniatura resultan las comuniones. Aún se sigue vistiendo y peinando a las niñas de novias pequeñas y los niños de caballeretes. Eso sí, en los avances hechos sobre el tema, se ha ido dejando de lado el uniforme de almirante de la marina con que disfrazaban antes a los pequeños, aunque el mar más próximo cayese a 800 km de tu casa (no he sabido yo muy bien el porqué de la relación comandancia-marina-primera comunión. Es otra de las lagunas por explicar que me quedan). 

El formato de fiesta de la primera comunión es equivalente a la boda, cambiando el güisqui de los novios por limonada y la conga de Jalisco por los payasos. En ocasiones los papás pedirán un crédito al banco para poder montar la fiesta “como dios manda”, o de lo contrario, quedas como un mindundi. Y eso sí que no, amiga mía, el postureo es lo último que se pierde. 

Sólo le diré que la última tendencia es la celebración de las “comuniones civiles”.  Pues sí, este oxímoron es lo más cool entre la gente pudiente. Resulta que la criatura encarga su lista de regalos, tiene su vestido, su peluquería, su restaurante, su gran tarta, su reportaje, su fiesta de amigos, ...todito, excepto ir a la iglesia, que parece ser que era el tema del asunto. Sus papás modernos, que no creen, pero que están inmersos y encantados con la tela de consumo que les envuelve, han creado esta nueva modalidad. Creo que sobran más comentarios, ¿no?. De paso, mientras nos tienen entretenidos en el ajetreo de quedar bien, no nos da por pensar en otras cosas que igual resultarían peligrosas.

Dentro de la iglesia de este país también tenemos secciones de creencias ultraconservadoras muy presentes. El Camino Neocatecumenal (los Kikos), Comunión y Liberación (los cielinos), los Legionarios de Cristo o el Opus Dei, por citarle algunos. Los kikos, por ejemplo, mantienen que los homosexuales se curan en el camino (en el suyo, claro), o que hay que perdonar o tolerar la violencia de género si viene el caso de producirse hasta que el varón entre en razón y se contenga. Los Legionarios de Cristo se venden como modelo de virtud para la juventud, pero su líder y fundador (Marcial Maciel) fue acusado de poligamia, abusos sexuales, estafa económica y algún que otro pecadito más. La justicia civil le pasó de largo y se vio condenado a “una vida de recogimiento y oración”.

El Opus Dei, movimiento clasista, jerárquico y machista; de métodos casi sectarios, y donde el camino de santificación está a través de la vida cotidiana (cilicio incluido). Mueve fortunas y extiende sus redes en los ámbitos más decisivos: políticos, banqueros, ministros, fiscales y demás fauna forman parte de sus filas, y le aseguro que obran en consecuencia. En sus colegios, chicos y chicas estudian por separado. A los chavales les dicen que es para que no se distraigan con compañeros del sexo opuesto y rindan más en los estudios. Por supuesto los docentes son del mismo sexo que los alumnos, no vaya a ser que viendo una anatomía contraria se fijen en lo que no deben ¿Qué le parece? Y lo peor de todo es que muchos se lo acaban creyendo, tal es el martilleo mental a que les someten. Este detalle incumple la normativa nacional de coeducación, pero curiosamente mantienen el concierto escolar estatal y catalán, aquel que le explicaba un día en el que los profesores los paga el estado, pero las clases las dan a su manera. Son esas cosas que cuesta entender; para mí que debemos recurrir a la fe para conseguirlo, o bien se acabará solucionando con la paloma, que es donde van a parar todas aquellas cuestiones irresolutas por la razón.

Todos estos movimientos nacieron y crecieron rápidamente el siglo pasado, aprovechando que las élites empresariales se desengañan con algunos religiosos, que según ellos defienden el comunismo (seguramente se pusieron del lado que no tocaba, el de los pobres). Los gobiernos ideológicamente afines del momento, con algunos intercambios de favores; y el papa Juan Pablo II como gran protector, los convierten en una de las mayores fuentes de ingresos económicos y de fieles del Vaticano.

Y es que el Vaticano es otra perla de la historia. Un estado ínfimo, como 44 campos de fútbol, y 850 residentes, pero donde se cuecen negocios multimillonarios no muy puros e inmaculados que digamos. Custodiados por la guardia suiza (¡hay que ver! un país sin ejército es el encargado de la seguridad soldadesca de otro), que velan porque la grandísima fortuna que alberga esté a buen recaudo. De hecho, que Suiza custodie fortunas no debería sorprendernos, ¿no? Francamente, Habanera, para mí resulta indecente. Un estado de tal lujo y riqueza (que por cierto, es visita obligada cuando vas en esos cruceros en vacaciones, ¡ faltaría más !), nunca podrá estar del lado de los necesitados.





Pero también le digo que me molesta sobremanera que toda esta curia haya aplastado el papel que han ido cumpliendo otros muchos religiosos, intentando por todos los medios que no prospere ni se publicite su obra. Hablo por ejemplo de la Teología de la Liberación, donde se exige la opción preferencial de los pobres. Sus integrantes se involucran en la lucha por la justicia, crean organismos de solidaridad con los que sufren, de defensa de los derechos humanos y denuncia de los atropellos sociales. Me consta que son muchos, que hacen muy buena labor allí donde todos los anteriores de que le hablaba no pondrán los pies jamás, porque sólo hay pobres. Y los pobres, Habanera, parece ser que o no tienen vida que reconducir o no tienen ni alma que salvar. 

Por eso, desde mi ateísmo, pienso que en el fondo se podría prescindir del sentido religioso de estos buenos movimientos teológicos. Quizás deberían ser tan sólo la aplicación del sentido común entre los humanos.

Miro este panorama y pienso que cuando Marx decía que la religión es el opio de los pueblos, sólo puedo contestar: ¿Drogas? No, gracias.

Amiga mía, perdone hoy por esta carta tan interior. A veces una no sabe el porqué se desencadena ese contar cosas, que posiblemente parezcan un sinsentido. Da igual. Si salen, por algo será, ¿verdad?. Será porque en el fondo sé que usted le pone ojos que leen y espíritu que abarca lo que quiero contarle.

Un enorme y drogado abrazo.


Vicentita


1. f. Cuba. Depresión natural de la costa que se llena de agua por efecto de la marea.



(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.

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Prólogo: Prólogo
Carta 1ª: Carta nº 1






miércoles, 5 de julio de 2017

TENGO ALGO QUE CONTARTE (19)

Correspondencia entre dos mujeres.




La Habana, lunes 05 de julio de 2017




Mi querida Vicentita,

Amiga mía, tu carta ensayo que sabiamente titulaste el “Balcón de las indecencias” es lo mejor que he leído sobre la oferta que nos hace los numerosos canales de las televisoras occidentales. Es un medio altamente condimentado entre indecencias, mentiras, bellezas y sueños de bonanza inalcanzables. Lo peor del caso es que un segmento nada despreciable de la opinión pública internacional le dedica largas horas de su descanso, envenenando su vida y la de su familias con productos culturales y noticiosos mediocres, en los que mayormente se invisibiliza la vida cotidiana de las clases más desfavorecidas. Los pobres, la miseria y la falta de salud no son bellas.

La publicidad,  de donde proceden mayormente  los  fondos que sustentan las potentes cadenas televisivas,  atonta y adormece la inteligencia de mucha gente a través de una lluvia de propuestas de compras que se presentan como asequibles a todos los bolsillos. Todos podemos tener de todo incluido belleza perfecta, carros últimos modelos, la casa de los sueños, las mejores vacaciones. 

Me apena que esa televisión sea de acceso público. Creo que contribuye dignamente al empobrecimiento cultural y desmoviliza la conciencia social de los pueblos. Se pierde la noción de la verdad y finalmente la confusión que produce no les permite a muchos televidentes identificar lo justo e injusto que ocurre en este mundo nuestro.

La televisión cubana no es competitiva tecnológicamente y por etapas  ha adolecido de falta de creatividad en la oferta, a pesar de las buenas reservas de intelectuales y artistas con que cuenta el país. La producción y la tecnología en televisión es cara, muy cara y aquí eso compite con las inversiones en productos básicos. No obstante se avanza y se comienza a cubrir necesidades tecnológicas y se recurre con más audacia a la creatividad para proponer  un producto mayormente  cubano. Atractivo y con calidad.




Es seria, bastante profesional en las producciones nacionales de dramatizados culturales y de seriales infantiles, sensible todo ello de elevar calidad ante la avalancha de símbolos culturales foráneos, en especial de los Estados Unidos. Todo muy ajustado a las condiciones económicas y financieras en las que vive el país.

La tele es subvencionada por el estado y por lo tanto la publicidad es predominantemente cultural y de bien público, o sea, educativa, preventiva de enfermedades y de promoción de la cortesía, la solidaridad entre todos, el respeto a los semejantes, de críticas a las malas conductas o indisciplinas sociales.

Todo no es perfecto. Existen retos en cuanto a la inmediatez y oportunidad de las noticias en los servicios informativos. Son muchas las ocasiones en que la información llega tarde, después que el receptor ya cuenta con otra versión, casi siempre, distorsionada, y no importa que se aclare más tarde porque en información el que llega primero cuenta con dos oportunidades para imponer su verdad.

Otro tema que se convierte en un reto enorme es que la filmografía que se exhibe para distracción de los televidentes es predominantemente de origen norteamericano, en especial el fin de semana. En varios programas se trata de presentar lo mejor de la cinematografía internacional y de la propia norteamericana, pero aún llega mucho material cargado de violencia, individualismo, egoísmo y otros rasgos sociales que nada tiene que ver con los valores que preconiza la sociedad socialista.

Se hacen ingentes esfuerzos por contrarrestar con mucha creatividad y en especial por mantener una cartelera cultural que privilegie lo auténticamente cubano en todas las esferas del arte y la cultura y esta se va abriendo espacios cada vez mayores en la pequeña pantalla, en esa cajita mágica alrededor de la cual se reúne la familia cubana, preferentemente los fines de semana. Por las limitaciones del transporte público el cubano es muy exigente con la programación de la televisión porque viene constituyendo una recreación en casa. En realidad nunca estamos conformes, aunque nada tiene que ver con lo que se muestra por otros lares.

Y ahora te quiero contar algo de las vacaciones de verano.



“UN VERANO CON SABOR CUBANO”


Amiga ya están los estudiantes universitarios y de los demás niveles de enseñanza de vacaciones. Han concluido sus exámenes y han salido de las aulas dispuestos a disfrutar de su merecido descanso. Pronto se unirán los profesores y más tarde los padres de todo el país que reservan parte de su tiempo de vacaciones para estar en familia o reunirse con la familia y digo esto en  La Habana, especialmente, y de otras capitales de provincias hacia donde han emigrado profesionales y trabajadores de otras regiones.

Para estos meses, los más calurosos del año, las empresas turísticas promueven  una oferta para aquellos que más disponibilidad monetaria tienen y también para los de más bajos ingresos. Así hay acceso a un “Todo incluido cinco estrellas” y también al  campismo popular con cabañas familiares en contacto con la naturaleza y a precios más cercanos a los bolsillos de la mayoría.




Las Casas de Cultura comunitarias, existentes en todos los municipios del país,  preparan una programación que incluye cursos de música coral, artes plásticas y espectáculos artísticos, con buenos instructores de arte.

Los museos abren sus puertas,  con actividades didácticas sobre todo para los niños y adolescentes de apreciación artísticas, de dibujo o trabajo en plastilina o barro.

Están ya a punto de abrir las ferias de arte de verano, donde los artesanos acuden con propuestas de textiles, cerámicas, cuero, pinturas y útiles del hogar confeccionados, algunos de ellos  a partir de materias primas recicladas y otros de material importado o adquiridos en el mercado nacional.




Los teatros  anuncian sus propuestas con la presentación de obras clásicas universales  y de autores cubanos, en especial, de producidas por jóvenes actores y directores.

Se planifican bailables a todo lo largo y ancho de la isla porque la música es un actor que nunca puede estar ausente cuando se habla para los cubanos de recreación y descanso.

La televisión por su parte anunció una programación que cubre los intereses de todos los miembros de la familia, gustos y colores. Empeño nada fácil, pero tampoco imposible y en el que se va avanzando lento, pero seguro.

Los libros y los títeres, entre otras manifestaciones, llegan a las zonas recónditas del país, sea en el llano o en la montaña, como mensajeros de saberes y alegrías.

Las sedes de las escuelas primarias y secundarias se unen ofreciendo sus áreas con profesores de deportes y recreación para que los niños y adolescentes puedan entrenar y recibir nuevos conocimientos en un tiempo parcial de sus vacaciones. Esto tranquiliza a los padres que no pueden tomar el tiempo total  de vacaciones de sus hijos.

El esfuerzo es enorme porque se toman medidas excepcionales con el transporte público local e inter provincial porque la movida de la población es en grande ya que  el movimiento de la población se acrecienta enormemente.

En cualquier parte del mundo las capas deprimidas no reclaman derechos y no es responsabilidad de los gobiernos viabilizar programas populares de vacaciones, pero aquí todas las instituciones de gobierno, empresariales y privadas movilizan recursos para que el verano sea, además de caliente en sus temperaturas, tiempo de sana recreación. 

La alegría y el disfrute se apropian de las calles, de las playas, de los bosques, los museos, las casas de cultura. La población, en número cada vez mayor, participa  en las rutas y andares que organizan las oficinas del historiador de las capitales  y muchas familias completas disfrutan reconociendo los valores arquitectónicos, culturales, de sus calles y de su gente.




El calor sofoca. El mar que nos rodea se viste de gala a veces con los siete tonos de colores verde-azules en sus aguas serenas y brillosas que se pintan como  azulejos al amanecer.

A pesar de las tantísimas dificultades que el día a día nos deparan las escaseces impuestas por un trato desigual e injusto impuesto mayormente  por la brutal política de bloqueo, los cubanos nos miramos unos a otros con una sincera sonrisa en el rostro,  a veces, más reflejada en el picaresco mirar, que en los propios labios.

Disfruto de una íntima satisfacción cuando veo al cubano burlarse de sí mismo, de los rollos del día a día, de lo que tenemos y no tenemos, de Trump cuando amenaza que apretará el bloqueo. Hacer humor en un ómnibus abarrotado, donde no cabría ya una hormiga y salir premiados con nuevos amigos es un lujo.

Los pueblos son inteligentes y se apropian de recursos emocionales y espirituales para no flaquear, el cubano desde siempre, recurre al humor. La gente en todas partes del mundo es predominantemente buena, por ello te comprendo tanto cuando me dices que disfrutas mucho tus paseos por tu pueblo.

Por lo pronto yo sigo optando por mi costa brava, le digo brava porque es rocosa y  hay que entrar al mar  con zapatillas, pero dispone de unas pocetas de aguas transparentes que nada tiene que envidiar a las piscinas de un hotel cinco estrellas. Allí me encuentro con vecinos y amigos y casi siempre desde allí arreglamos el mundo, desde el nuestro hasta el global.

Es comiquísimo todo lo que se discute y ordena sumergidos en el agua fresca y limpia. Esa es nuestra realidad de sueños y desafíos y así serán nuestras vacaciones.

Recibes un abrazo húmedo y caluroso de tu amiga, 


La Habanera



(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.

Si es la primera carta que lees puede ser que te interese ver el histórico de la correspondencia:

Prólogo: Prólogo
Carta 1ª: Carta nº 1
Carta 2ª: Carta nº 2
Carta 3ª: Carta nº 3
Carta 4ª: Carta nº 4
Carta 5ª: Carta nº 5
Carta 6ª: Carta nº 6
Carta 7ª: Carta nº 7
Carta 8ª: Carta nº 8
Carta 9ª: Carta nº 9
Carta 10ª: Carta nº 10
Carta 11ª: Carta nº 11
Carta 12ª: Carta nº 12
Carta 13ª: Carta nº 13
Carta 14ª: Carta nº 14
Carta 15ª: Carta nº 15
Carta 16ª: Carta nº 16